Microrrelato: Epifania

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©EL RINCÓN DE KEREN

Distante el momento que un día todo estaba a su alcance, en su poder, a su disposición...

Las noches eran más frías bajo el vaivén de la mirada de los zapatos que se desplazaban rambla arriba o rambla abajo. Era raro ver alguno que no fuera bonito.Hubo un tiempo en que los calzaba. Siempre hubo algo calentito a lo que echarle mano y cuantos más, más se le podía dar juego. 

Desde hacia ya seis años, el frío calaba en su cuerpo, haciendo mella en él para pasar la noche en vela pero,  aquello no era lo más mitigoso. Quizás el placer de poder llevarse a la boca algo de comida era para él, en el más sentido placer, lo más lujoso a lo que podía aspirar. Ver como un trozo de bocata era desechado a la basura era algo que no comprendía, por otro lado, era lo que le proporcionaba la cena para dejar de oír el cro-cro del estómago. 
Aquello no era una vergüenza.Vergüenza sería matar, hacer daño a alguien, mentir, lastimar a alguien con las palabras que le concedían de mala gana algunos, como si eso les diera alguna clase de poder, como si aquello, les hiciera mejor persona. 

Hace unos años, pensar en cual sería el próximo proyecto que haría, que camisa llevar y que combinara con los pantalones, era su única preocupación, además de lo que ganaría por ese proyecto. 
El dinero. Tan reclamado por todos pero tan desperdiciado por los que gozaban de los lujos diarios ya habituales en sus vidas. 

<< Hoy han tirado fruta a un palé y la gran mayoría es aprovechable. Si no fuera por esos que tiran... Bien cierto es que: "La basura de unos, es el tesoro de otros" >>

. << La chica que mira con nostalgia el escaparate y sin embargo, no compra nada, no se decide a entrar. Lo sé porque la veo todos y cada uno de los días. Ella no me ha visto>>

Una mañana lluviosa, llegados al mediodía y bajo los cartones  mi nariz ya hacia de las suyas oliendo aquellos manjares mientras aun tenía los ojos cerrados y mi tripa hacia su particular ruido, el día iba a ser duro. 
 Y allí estaba ella de cuclillas frente a mi , mirándome ruborizada y yo entre emoción y hambruna. Ella me dijo: "No me lo voy a comer. Te lo dejo aquí". 
Encima de la bandeja , una pequeña nota que rezaba: 

<<Quizás usted ya me había visto otras veces, pero yo a usted no. Esta mañana después de mi ya habitual recorrido por los escaparates de las tiendas, cuando ya había dejado de llover le vi. Estoy en paro, con dos niños y desde el fallecimiento de mi marido y sin tiempo para poder llorarle a mi marido, después de muchos años, suelo pararme ante el escaparate con la desdicha de no poder hacer frente a un gasto tan cuantioso. Es entonces cuando al verle a usted , comprendí que hay cosas más importantes que un vestido caro, comprendí también., que la vida, la felicidad, una casa ... son cosas que prevalecen ¡Dios!  usted me recordó que hay cosas más importantes que el lujo. Tome esto en muestra de mi agradecimiento y de seguro no será la primera lección que usted pueda darme.>>

Mis ojos engrandecieron pero no por lo que ponía, sino porque ella había tenido una epifanía y sin quererlo, ella me recordó que , aun quedan personas en las que confiar.


©EL RINCÓN DE KEREN


Comentarios

  1. Hola Keren, es un placer volver a visitar tu blog tras un periodo de descanso de las redes sociales. Y el relato que nos traes hoy, es una reflexión acertada y más de actualidad de lo que parece. El otro día y caminando por el centro de la ciudad de Madrid, me encontré al pasar por una especie de callejón, a un grupo numeroso de personas con el cartón como único refugio y techo para sus vidas. Por eso, darle importancia al último reloj, móvil o cualquier otra adquisición mundana, suena a chiste de mal gusto. Por lo tanto, considero muy acertado tu relato. Un abrazo y feliz inicio ya del mes de septiembre.

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  2. Hola Miguel,
    Llevas toda la razón. Uno anda en sus cosas, "En lo que cree que es importante para él/ella" y sin embargo sin todo eso hastu¡a incluso estaríamos a un paso de apreciar lo que realmente nos rodea. Nosotros, nos encontramos con un hombre que nos pedía un cigarro y se lo dimos. ¿Qué es un cigarro para lo que realmente necesitaria aquel hombre? La realidad de las calles. Por cierto, Bienvenido de nuevo por estos lares y feliz inicio de Septiembre a ti también. Abrazos!!

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